Pelayo

Quiero dedicar mi primera entrada a mi hijo Pelayo, que me ha diseñado este blog. Sin él, imposible. Mis primeras líneas, mi primer blog, el primer mes de mi nueva vida. Ya les iré contando. Es una larga historia. Pero tengo tiempo. Espero que vosotros también (me paso al vosotros, no es muy cómodo lo de ustedes...). 

   No hay nada mejor que una buena historia. No sé si seré capaz de escribir buenos relatos, pero lo voy a intentar. Y es que siempre me gustó escribir, aunque, vaya usted a saber porqué, (usted sí que me gusta), siempre lo dejaba para mañana. Y ya se sabe que la vida es lo que ocurre mientras estamos ocupados en otras cosas. Y por eso este blog. Porque ya está bien. Hagamos algo importante. Escribamos.

   A lo largo de los años, varias personas me han animado a escribir. Pero últimamente, ha sido Pelayo quien me ha dado más la lata. Recuerdo ahora a un profesor de mi Universidad. Varios doctorandos hablábamos de temas de tesis, y cuando dije el mío- adaptaciones de las fábulas en las películas de Walt Disney-, dijo: "Por fin alguien que hace algo importante". Y es verdad que lo era. El tema, no yo, se entiende; me lo había propuesto otro gran docente. A ver porqué es más importante la física cuántica que los dibujos animados. Hombre por favor. Que lo primero es lo primero. 

  Valgan estas líneas a modo de justificación. Si pienso ésto de las tesis doctorales, imagínense el resto. Sólo espero que tengáis un ánimo benevolente, como pedía Aristóteles, ya saben, el otro gran clásico junto al tío Walt, para leer la siguiente entrada. Espero que los ustedes se vayan convirtiendo en vosotros, y ésto sea una juerga. Gracias, Pelayo. Gracias a todos. Si el coronel no tenía quien le escribiera, yo necesito tener quien me lea. Así que avisados quedan. No me abandonéis en el primer día de mi nueva vida.