Toda gran
historia tiene un buen comienzo. Esta frase podría haberlo dicho Gandalf en El Señor de los Anillos, pero
creo que no, que lo que dice es: Toda buena historia merece ser afrontada.
Los comienzos son muy
importantes, bien lo sabía Aristóteles que recomienda en la Poética atraer la benevolencia del
público para que sigan escuchando o leyendo. Al fin y al cabo, si lo dejan a la
primera de cambio, se acabó el cuento.
Uno de los
mejores principios de todos los tiempos es Ana Karenina, como veíamos el
viernes pasado:
Todas las
familias felices se parecen; las desgraciadas lo son cada una a su manera.
Con sólo una frase León
Tolstói nos atrapa, subyuga y resume el tema.
No siempre es tan
rápido el inicio:
Cuando el señor
Bilbo Bolsón, de Bolsón cerrado, anunció que muy pronto celebraría su
cumpleaños centésimodecimoprimero con una fiesta de especial magnificencia, hubo
muchos comentarios y excitación en Hobbiton.
Ahora entenderán
porqué es tan largo El señor de los Anillos. No se pueden
meter elfos, orcos y héroes en un único y primer párrafo. Tolkien se lo toma
con calma, como si fuera un hobbit fumando a la entrada de su casa. Enmarca
cronológicamente la historia, que despega esa noche, la del cumple de Bilbo, y fluye
por la Tierra Media.
Son muy interesantes
las novelas de memorias o biografías escritas en primera persona. Es antológica
la primera página de David Copperfield:
Si yo soy el
héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas
páginas. Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según
me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce de la noche. Y, cosa curiosa, el
reloj comenzó a sonar y yo a gritar simultáneamente.
Del que se deducen
varias cosas:
-Que va a ser una
pesadez.
-Que va a ser un
desgraciado por:
a- lo del viernes a las
doce.
b- por los malos
presagios que desprende.
c- nadie se acuerda de su nacimiento, pero tal y como lo dice David es como si hubiera estado solo desde ese momento.
d- lo del reloj es
el remate.
Y, efectivamente, ya
en el segundo párrafo nos cuenta que le auguraron infortunios. Y la cosa no
mejora después. Si tienen curiosidad por si van a sustituirle o no en el
protagonismo de su selfie-historia, que
sepan que Charles Dickens es muy recomendable. No basta con ver Cuento de Navidad en algunas ídem.
Ya ven que David
Copperfield y sus primeras frases dan para mucho. Hasta inspira las de El Guardián entre el centeno, la genial obra de
Salinger:
Si de verdad les
interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací,
cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme
a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de
contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y segundo porque a mis padres
les daría un ataque
Y lo dejo aquí o
transcribo el libro entero. Por favor, olviden las recomendaciones del pasado
viernes, si es que aún las recuerdan, y a por El
guardián entre el centeno. No sé cómo se me pudo olvidar, pero ya saben, ésa
es otra historia.
Debería haber
comenzado esta entrada con el arranque de Holden Caulfield, el adolescente
que cuenta a su manera su vida, para captar su atención (es interesante que se llamen entradas cada historia de un blog; entrada
como entrante, como primer plato, principio. Y principio, principal y príncipe,
“el primero”, proceden de la misma palabra).
Tenía que haber
empezado por ahí.
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