martes, 18 de marzo de 2014

Érase una vez

Toda gran historia tiene un buen comienzo. Esta frase podría haberlo dicho Gandalf en El Señor de los Anillos, pero creo que no, que lo que dice es: Toda buena historia merece ser afrontada.

Los comienzos son muy importantes, bien lo sabía Aristóteles que recomienda en la Poética atraer la benevolencia del público para que sigan escuchando o leyendo. Al fin y al cabo, si lo dejan a la primera de cambio, se acabó el cuento.

Uno de los mejores principios de todos los tiempos es Ana Karenina, como veíamos el viernes pasado:

   Todas las familias felices se parecen; las desgraciadas lo son cada una a su manera.

Con sólo una frase León Tolstói nos atrapa, subyuga y resume el tema.

No siempre es tan rápido el inicio:

Cuando el señor Bilbo Bolsón, de Bolsón cerrado, anunció que muy pronto celebraría su cumpleaños centésimodecimoprimero con una fiesta de especial magnificencia, hubo muchos comentarios y excitación en Hobbiton.

Ahora entenderán porqué es tan largo El señor de los Anillos. No se pueden meter elfos, orcos y héroes en un único y primer párrafo. Tolkien se lo toma con calma, como si fuera un hobbit fumando a la entrada de su casa. Enmarca cronológicamente la historia, que despega esa noche, la del cumple de Bilbo, y fluye por la Tierra Media.

Son muy interesantes las novelas de memorias o biografías escritas en primera persona. Es antológica la primera página de David Copperfield:

   Si yo soy el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj comenzó a sonar y yo a gritar simultáneamente.

Del que se deducen varias cosas:

-Que va a ser una pesadez.

-Que va a ser un desgraciado por:

a- lo del viernes a las doce.

b- por los malos presagios que desprende.

c- nadie se acuerda de su nacimiento, pero tal y como lo dice David es como si hubiera estado solo desde ese momento. 

d- lo del reloj es el remate.

Y, efectivamente, ya en el segundo párrafo nos cuenta que le auguraron infortunios. Y la cosa no mejora después. Si tienen curiosidad por si van a sustituirle o no en el protagonismo de su selfie-historia, que sepan que Charles Dickens es muy recomendable. No basta con ver Cuento de Navidad en algunas ídem.

Ya ven que David Copperfield y sus primeras frases dan para mucho. Hasta inspira las de El Guardián entre el centeno, la genial obra de Salinger:

   Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y segundo porque a mis padres les daría un ataque

Y lo dejo aquí o transcribo el libro entero. Por favor, olviden las recomendaciones del pasado viernes, si es que aún las recuerdan, y a por El guardián entre el centeno. No sé cómo se me pudo olvidar, pero ya saben, ésa es otra historia.

Debería haber comenzado esta entrada con el arranque de Holden Caulfield, el adolescente que cuenta a su manera su vida, para captar su atención (es interesante que se llamen entradas cada historia de un blog; entrada como entrante, como primer plato, principio. Y principio, principal y príncipe, “el primero”, proceden de la misma palabra).

Tenía que haber empezado por ahí.

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