lunes, 17 de marzo de 2014

De puntillas


De pequeña hacía ballet,tuve esa suerte.Como la natalidad no estaba en crisis, como ahora,que nos faltan Pepes,éramos muchas niñas.Y claro. Pasa lo que pasa a veces.Que la profesora se dedicaba a las buenas bailarinas.Las demás hacíamos lo que podíamos. Pasar de puntillas.Que no es pequeña esa enseñanza.

Digo que estoy muy contenta porque el ballet clásico es una maravilla.Educa el cuerpo y la mente,proporciona disciplina y gusto por la música,enseña coordinación,ritmo y armonía.En mi caso no,que tengo una dislexia no diagnosticada y carezco de oído.Pero aún sería peor si no hubiera estado varios años dando vueltas (y tumbos).Pepas del mundo,buscad una escuela de danza.Cuando crezcáis os alegraréis por vuestra  elegancia y flexibilidad.O no.Nunca se sabe.Pero vale la pena (y la Pepa), y te lo pasa pipa. 

la cosa funciona más o menos así:te aferras a una barra como un condenado a galeras.Alargas el cuello cual garza,ignoras el tirón en las rodillas y te estiras como Adán en el juicio Final de Miguel Ángel.Y finges que es muy normal apoyarse en las puntas de los pies. (desconfiad de las quejicas.Las niñas danzantes están emocionadas. se ponen una tirita y listo.Valientes).
Y venga: jeté, tendu, arabesque... hasta el francés tiene su utilidad. 

Como toda academia que se precie, la mía comenzó a organizar funciones de fin de curso,en el principal (y único) teatro de la ciudad naval .la verdad es que estaban muy bien dirigidos,teniendo en cuenta el número de cisnes que pululábamos por ahí.Recuerdo Giselle (era del grupo de las campesinas),la Cenicienta (de relleno en el baile ) y sobre todo Pedro y el lobo, de Prokopiev. Porque esa fue mi consagración.

Me encantaba asomarme entre bastidores,ver cómo se apagaban las luces y a la gente ahí esperando a sus pequeñas artistas.Me ponía nerviosa,pero uno sale -a bailar,a tocar,a cantar,a actuar- y se  olvida de todo, y comienza a disfrutar.Es como la vida.Hay que implicarse.

Bueno, pues esa vez,en Pedro y el lobo, yo era (pagaba)el pato.El pato que salía solo al escenario y bailaba -es un decir.Así que salgo,decido por mi cuenta exagerar un poco el contorneo y los gestos,total ya que estamos, recibo el impacto imaginario de los tiros del cazador,me agito en agonía y me desplomo en el centro justo del escenario.Gran ovación.

Lo que pasa es que éramos muy profesionales.Y claro.Allí me tuve que quedar,tirada como un despojo,como una hora.Sobre el suelo viejo de madera, astillado y polvoriento,golpeado por el cuerpo de baile. Pasos de a dos, de  a tres,de a cuarenta, decenas de zapatillas y ruedas de polvo como en el salvaje oeste.La carga de la caballería ligera. Algunas puntas llevaban el nombre de su dueña.Como me vuelvas a pisar, Fátima, te preparas.Yo ni estornudé.Eso sí,al terminar,entumecida, tuve que arrastrarme; como John Silver el Largo, el pirata cojo de la isla del tesoro.

Y eso que estuve pensando todo el rato en El lago de los cisnes.Que yo no quería ser El Patito Feo, yo soñaba con ser La Sirenita.


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