Fue, sin duda, un gran día. Hay
días que, así como quien no quiere la cosa, te cambian la vida. Conoces a una
persona, empiezas un nuevo proyecto, comienzas ese libro…
Aquel día, salía del Magdalen
College de Oxford y... es broma, es broma. A John Ronald Reuel le conocí en
otra era, allá por la Edad de Oro. En la Tierra Media, hacia el oeste. En sus
libros. Se puede llegar a ser muy amigo de otros si sabes leer.
El día que conocí a Tolkien me
ganó para siempre, y eso que no sabía nada de este filólogo, ilustrador, lingüista,
profesor...
No sabía, por ejemplo, que sabía
latín (y griego, alemán, español, inglés medio, inglés alto, inglés oscuro,
galés, finlandés (¡!), noruego y otros tantos); ni que había creado varias
lenguas; no sabía que
escribía cada año a sus hijos cartas de Papá Noel (no se las pierdan), ni el
club literario que tenía con sus amigos, Los Vikingos, donde comenzó a leerles El Hobbit; ni que fue su gran
compinche C.S Lewis, otro hombre genial, quien le animó siempre a escribir; ni
que antes de El señor de los
anillos venía El Hobbit (Una
vez, en un agujero en el suelo, vivía un hobbit..),
escrito en los márgenes de un cuaderno que corregía; que no se trataba sólo de
una narración, sino del principio, junto al Libro de los Cuentos Perdidos (qué título) de un universo, un mito, una
explicación del mundo -sutil, esperanzada y muy divertida-; que después habría
de seguir con la Trilogía del
Anillo, el
Silmarillion, los Hijos de Hurin,...
Ya sé que hay personas a las que no
les gusta el mundo de Tolkien, ya lo sé, ya (muevo gravemente la
cabeza en una variante más del ya enteradillo). Pero es porque la
cosa no está bien enfocada. No es literatura para hippies, niños o amantes de
la fantasía: no es ciencia ficción (no me gusta esta expresión:
"ciencia" y "ficción" son dos palabras muy importantes, no
deberían ser la etiqueta de delirios marcianos). NO. Si así pensáis, probad con sus relatos:Las aventuras de Tom Bombandil; El herrero de Wootton Mayor; Egidio, El granjero de
Ham... conocer a
Tolkien, ésa es la cuestión.
Hoy también es un gran día. Es el santo
de mi hijo Rodrigo, el más tolkiniano de mis hijos (tranquilos, ya van quedando menos que nombrar; ya llevo tres).
Y porque hoy es tu santo, hijo,
te dedico estas líneas; son mi regalo. Además del que tengo que ir a buscar; pues
me ha pedido, ni se lo imaginan: ¡Una lata! Una lata -de las grandes, redondas- de
anchoas -del cantábrico. ¿Se dan cuenta? vuelta al supermercado...
Rodrigo, yo y muchos más pensamos
que Tolkien se merece todos los homenajes del mundo; hoy para terminar les dejo
con unas palabras de cine; las
del discurso de Aragorn en las puertas de Mordor, antes de la gran batalla
final (en la película de Peter Jackson, parte III, minuto 28.564):
Hijos de Gondor y Rohan, mis hermanos:
Leo en vuestros ojos el mismo miedo que
encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día en el que el valor de los
hombres decayera, en el que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran
los lazos de nuestra comunidad. Pero hoy no es ese día. En que una horda de
lobos y escudos rotos rubricaran la consumación de la edad de los hombres. Pero
hoy no es ese día. En este día, ¡lucharemos! por todo lo que vuestro corazón
ama de esta buena tierra. ¡¡Os llamo a luchar Hombres del Oeste!!
No me digan...
Hoy, ni todas las latas de
anchoas en fila, con sus barbas, van a poder conmigo.
http://img.papelenblanco.com/2013/11/650_1000_Tolkien.jpg
ResponderEliminarFelicidades, Ro