Mientras le doy vueltas al tema de los bebés, que peligra mi candidatura en el Concurso de Mujer Hoy, me llama una gran amiga que vive lejos. Nos echamos unas risas y al final de tapadillo me suelta que a lo mejor estaba embarazada. Que creía que no. Pero que si algo sabemos en esta vida es que nunca se sabe.
Sutilmente le pregunto si ha olvidado la existencia de unos útiles tests de embarazo. De venta en farmacias. La respuesta es confusa: que si no había podido, que total para qué... si al final resulta siempre que ... y así seguimos un rato:
Que si ya tenía una edad, que si tendrían que cambiarse de coche, que si le ha regalado la cuna a su hermana, que por otro lado siempre quiso un niño más...
Que si ya tenía una edad, que si tendrían que cambiarse de coche, que si le ha regalado la cuna a su hermana, que por otro lado siempre quiso un niño más...
Y a todo ésto, claro, sin molestarse en averiguar si esperaba un bebé. Para qué. Y no es que me preocupe mi amiga: estará bien. Pienso en su marido, el pobre agobiado consultando catálogos del monovolumen tal y el Jeep cual: si al final no tienen un niño, pensará que lleva semanas haciendo el bobo... así se entretiene mientras espera, arguye mi amiga, insensible a todo lo que no sea ella misma. Mientras espera qué, esa es la cuestión. Luego dicen que no hay quien nos entienda, y llevan razón.
Que levante la mano quien no ha barajado varios nombres de niño-niña antes de saber siquiera si venía un bebé. Quien no se ha debatido entre la euforia y la ansiedad. Quien no ha dudado como Hamlet ante un ibuprofeno: ¿me lo tomo o no por si acaso? Quien ha calculado si podrá ir a la boda de su prima o ha fijado la Primera Comunión del mayor un año antes, sin que nadie entienda nada. Si habéis levantado la mano, porque en vuestras vidas no cabe lo inesperado, pues aprovechad el esfuerzo para darle a las teclas y votadme en IT, el concurso de Mujer Hoy.
Y el cuento de la lechera va creciendo: en qué momento lo digo en el trabajo, qué hago con ese traje tan ideal que me he comprado, qué pasa si va y nace el 29 de febrero, qué era eso que tiene tanto ácido fólico, cuántos años tendré cuando el niño vaya a la Universidad.... toda una vida puede desfilar ante la imaginación de una presunta embarazada.
Voy a llamar a Patricia (nombre ficticio) a ver qué hace. Que posiblemente habrá despejado La Duda y se ha olvidado del tema. De su pobre marido se habrá olvidado. Y yo ya sé cómo termina esta historia. Con Alberto (presunto y ficticio padre)en el concesionario negociando los extras del futuro y presunto minibús. Y preguntando si alguien sabe el calendario de partidos. De las próximas Navidades.
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