Galicia se ha despertado con bruma. Azul,
humo y blanca, la niebla. No importa. Hoy es la Virgen del Carmen y los
gallegos somos así. Primero gris, luego verdoso, el mar se está volviendo
turquesa porque, como siempre ocurre, está saliendo el sol. Nunca des por
perdido un gallego. Un día gallego. Mal comienzo, indefinición, dudas: al final
responden. Los gallegos.
Y ya sé que el mar no es patrimonio de nadie. Pero
Galicia nace, y sueña, y muere en el mar. Esta mañana las cofradías de
pescadores se preparaban para festejar a su Patrona. Marineros,
pescadores, navegantes: hoy es su gran día y yo creo que todos son hombres
sabios, pues conocen la soledad, el sacrificio y, a fin de cuentas, saben que
forman parte de algo mucho más grande que ellos. Que en alta mar, por la
noche y ante las estrellas, hay que estar algo tarado para no reconocer que
Alguien es la causa de las olas y amaneceres y ocasos, que allá cerca en el
firmamento un Jefe se encarga de todo (que a ver cómo se explican
las mareas, el ritmo de los océanos, la perfección de las playas. Casualidades,
las justas).
Ser marino es, debería ser, una forma de ser. La de quienes saben que
vale la pena formar parte de un ideal y para quienes las palabras servicio,
disciplina, heroísmo y Patria tienen mucho significado. Tanto, que le entregas
la vida.
Que ya. Que te puede gustar o no. Que militar es una palabra contaminada
y cargada de sospechas -autoritarismo, fascismo, ¡venga ismos!...- Que te
puede gustar o no. Yo nací en este tinglado, así que me gusta. Se suele
valorar sólo lo que conoces bien.
Todos los 16 de julio tiene lugar en la
Escuela Naval de Marín la jura de la bandera -de los alumnos de
primero- y la entrega de despachos -graduación de los nuevos oficiales-.
Himnos y desfiles que simbolizan la unidad, lealtad y entrega a
España, los españoles y el Jefe de la Fuerzas Armadas. Un puñado de jóvenes,
algunas chicas también, que han jurado hacer de la defensa de la Patria su
profesión. No parece mala cosa. Ya lo dice el poeta:
El mar. La mar.
Siempre la mar.
Entre el celeste y oro de los estandartes sobresale la apostura
marcial de los uniformes. Que son de un tremendo azul; pero hoy, el
uniforme, por verano, es blanco, brillante e impoluto. Blanco como la
espuma que baña nuestras costas, que lame nuestros barcos. Fronteras y
navíos desde los que los hombres del mar custodian a España.
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