jueves, 16 de julio de 2015

Azul Marino

Galicia se ha despertado con bruma. Azul, humo y blanca, la niebla. No importa. Hoy es la Virgen del Carmen y los gallegos somos así. Primero gris, luego verdoso, el mar se está volviendo turquesa porque, como siempre ocurre, está saliendo el sol. Nunca des por perdido un gallego. Un día gallego. Mal comienzo, indefinición, dudas: al final responden. Los gallegos.

Y ya sé que el mar no es patrimonio de nadie. Pero Galicia nace, y sueña, y muere en el mar. Esta mañana las cofradías de pescadores se preparaban para festejar a su Patrona. Marineros, pescadores, navegantes: hoy es su gran día y yo creo que todos son hombres sabios, pues conocen la soledad, el sacrificio y, a fin de cuentas, saben que forman parte de algo mucho más grande que ellos. Que en alta mar, por la noche y ante las estrellas, hay que estar algo tarado para no reconocer que Alguien es la causa de las olas y amaneceres y ocasos, que allá cerca en el firmamento un  Jefe se encarga de todo (que a ver cómo se explican las mareas, el ritmo de los océanos, la perfección de las playas. Casualidades, las justas).

Ser marino es, debería ser, una forma de ser. La de quienes saben que vale la pena formar parte de un ideal y para quienes las palabras servicio, disciplina, heroísmo y Patria tienen mucho significado. Tanto, que le entregas la vida.

Que ya. Que te puede gustar o no. Que militar es una palabra contaminada y cargada de sospechas -autoritarismo, fascismo, ¡venga ismos!...- Que te puede gustar o no. Yo nací en este tinglado, así que me gusta. Se suele valorar sólo lo que conoces bien.

Todos los 16 de julio tiene lugar en la Escuela Naval de Marín la jura de la bandera -de los alumnos de primero- y la entrega de despachos -graduación de los nuevos oficiales-. Himnos y desfiles que simbolizan la unidad, lealtad y entrega a España, los españoles y el Jefe de la Fuerzas Armadas. Un puñado de jóvenes, algunas chicas también, que han jurado hacer de la defensa de la Patria su profesión. No parece mala cosa. Ya lo dice el poeta:

El mar. La mar.
Siempre la mar.

Entre el celeste y oro de los estandartes sobresale la apostura marcial de los uniformes. Que son de un tremendo azul; pero hoy, el uniforme, por verano, es blanco, brillante e impoluto. Blanco como la espuma que baña nuestras costas, que lame nuestros barcos. Fronteras y navíos desde los que los hombres del mar custodian a España.

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