En una entrada anterior sobre los finales literarios, decíamos que titular bien es primordial, como por ejemplo vemos en artículos, cine... un buen título puede ser la diferencia entre leer o no, que te atraiga o no, que compres o no. En publicidad, el lema es como el título, y es la clave: lo importante es poder hablar, Benditos bares... siempre me han encantado.
Los hay de diferentes tipos. Los más anodinos son los que simplemente describen lo que te vas a encontrar:
-La casa sobre el río.
Otros te sitúan y te dan una pista sobre el protagonista:
-Doctor Zhivago (inolvidable Omar Shariff).
Sobre el tema:
-Crimen y castigo.
O sobre la metáfora o segunda lectura que hay detrás:
-Los cuatro jinetes del Apocalipsis, en una novela sobre guerra.
A mí son estos últimos los que más me gustan, los que te obligan a pensar un poco y a establecer analogías o moralejas, como:
Turbio y espeso drama de Tennessee Williams, que fue llevado al cine con el mismo nombre (¿para qué cambiarlo si es tan bueno?) Lo de las traducciones y censuras da para otra entrada. La gata sería Elizabeth Taylor, que le va al pelo, y el cónyuge con problemas Paul Newman, lo que hace más incomprensible el lío.
Y, sinceramente, lo mejor de esta pieza teatral es el título, como otros: ¿Quién teme a Virgina Woolf? o ¿Qué tal, Pussycat? Lees esto y te entran ganas de leer. El autor tiene que provocar interés.
En la Antigüedad encontramos títulos inmortales: La Ilíada, La Anábasis, La Expedición de los Diez Mil, Antígona, Edipo Rey... que parecen resonar con ecos de batallas, viajes y conquistas. Pura épica.
Saltando miles de años, y por aquello de venderse a uno mismo, me atrevo a sugeriros que releáis las entradas de mi blog como ejemplo de buenos encabezamientos:
-Con la nieve en los talones (jugando con la película y el doble significado de talones).
-Limpia, fija y da esplendor (lema de la RAE aplicado en sentido metafórico-literal a las peluquerías).
-It Girl (con sentido humorístico, espero).
-Ay (léase al revés...)
Y un último ejemplo de autobombo. A veces, y a mi eso me parece de cracks, el significado del título no se devela hasta terminar el libro, hasta la última línea incluso. Un buen periodista sabe acerca del efecto de terminar su columna como ha empezado, cosa que ya decía Aristóteles y que ahora lo podemos resumir con que le salió redondo. Título que se contiene o explica en las últimas palabras.
Como ocurre con el título de esta entrada. Excesivo quizás.
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