viernes, 17 de abril de 2015

El cartero sólo llama una vez

Anteayer, en una conversación, alguien habló de su peculiar cartero, quien, entre otras lindezas, le dejaba las cartas de sus vecinos si no le daba tiempo a repartirlas. Eso ya es pasarse; en lo que coincidíamos las demás era el momento en el que esperas una misiva certificada. Suena el timbre, y en los segundos en los que te precipitas y corres al grito de vooooyyy, el buen hombre ya se ha ido, dejándote una notificación -AUSENTE DE SU DOMICILIO- para que vayas a recoger tu paquete a la oficina de correos más cercana, que nunca está próxima. Es como el síndrome del recomendado; cuanto mejor quieres que salgan las cosas, más se complican. ¿Algo urgente?, no lo pongas. 

Una vez me dicen al franquear un sobre:
¿lo quieres normal o mejor para que llegue seguro? Creo que lo llevé en mano. Como los mensajeros de toda la vida.

De todas formas, cada vez recibimos menos envíos, excepto facturas, claro. Cómo han cambiado los tiempos: ¿recordáis cuando se entrecruzaban cartas manuscritas? Muchas obras literarias no se habrían escrito sin el motivo de papeles extraviados, líneas quemadas, sobres interceptados... Alejandro DumasWilkie CollinsJane Austen... incluso existe -o existía- el género epistolar. Podríamos discutir si los blogs son las cartas del siglo XXI, pero no me vais a convencer. A mi no me contestáis a mis entradas.

Hace tiempo, mi hijo Rodrigo escribió su primera carta, a un amigo que vive en Guatemala. Fue como una prueba iniciática: entrar en un estanco, comprar un sello, franquearla, explicarle cómo viajaba... Rodrigo alucinaba, y yo también al darme cuenta de los pocos buzones que sobreviven. Ahí, mamá. No, hombre, eso es para la prensa gratuita. La depositamos con la ceremonia de los novios victorianos. ¿Llegará?, preguntaba. Esta generación... les parece normal Internet, los móviles y abrir sin permiso la nevera, y se asombran con algo casi tan viejo como el mundo.

También hay películas: la magistral Carta a tres mujeres, por ejemplo, o Cyrano de Bergerac, versito va, versito viene, con un Gerard Depardieu en plena forma, y muy, muy cobarde. Las epístolas se firman con tu nombre, chaval.

Hay un refrán oriental que dice: el cartero, en sus días libres, se da un largo paseo. Que quiere decir que somos animales de costumbre y nos gusta la rutina, o algo así.

Pero yo no estoy de acuerdo. Aquí el recorrido es mucho más corto, y no los veo el fin de semana.

Quizá los carteros no sepan lo que nos enseña Gabriel García Márquez (por una vez coincido con él) en El coronel no tiene quien le escriba. Aprendemos que lo peor no es no recibir cartas, sino, como ocurre en el amor, no tener a quién escribir.

P.S.: Acabo de ver que Google ha comenzado a incluir publicidad. ¿He creado un monstruo? Les di autorización pero al parecer no puedo elegir los contenidos. ¿Búsqueda de pareja? ¿Están de broma?

lunes, 13 de abril de 2015

Pasar olímpicamente



 Las montañas siempre han ejercido una poderosa atracción. En las culturas antiguas, la cumbre indicaba el lugar de la divinidad; pues,¿acaso no estamos ahí más cerca de las nubes, del cielo, de Dios?.Unos suben a la cima y otros bajan a la sima. Y otros, como Heidi, suben y bajan, como una cabra.

En la mitología clásica, Atlas o Atlante era un titán que fue castigado con llevar sobre sus hombros la bóveda que separaba los cielos del tierra.También encontramos un mítico rey Atlas, astrólogo y matemático, que habría descubierto la forma de los astros. En su honor, el primer mapamundi recibió su nombre.

La Cordillera del Atlas es un macizo montañoso de más de 2.000 Km que atraviesa tres países norteafricanos; separa el Mediterráneo y el Atlántico del desierto del Sahara, y se formó milenio arriba o abajo al mismo tiempo de otra cadena, los Alpes.

(he tenido que buscar estos datos, que en geografía cero patatero).

la espeleología es una actividad en la que los atletas se sumergen en las profundidades de las montañas: cuevas de difícil acceso e increíble belleza, en la que se suceden las estalactitas, galerías, gargantas...el deporte se da la mano con la geología,  y zoología; y la escalada con  el buceo , el deporte con la arqueología, pues se han llegado a descubrir cuevas rupestres. No es un deporte competitivo, sino que la lucha, por decirlo así, es consigo mismo.Entre ellos el compañerismo es una constante y, el trabajo en equipo, cuestión de vida o muerte. 
 Creo que los espeleólogos  tienen una alta preparación -no son unos turistas temerarios- sino que asumen el riesgo y ponen los medios para evitar catástrofes. 

Pero, a veces, por desgracia, ocurren.

Hace pocas semanas, nos conmocionamos con la tragedia del avión estrellado en los Alpes, con el cruel agravante de ser un homicidio intencionado . En el cañón de Wandrass, en el atlas marroquí, tres españoles sufrieron una caída; uno de ellos recibió un impacto mortal.Para los otros dos,uno herido, comenzó una agonía de ¡seis días! pues, al parecer, no se disponía de medios ni hombres capaces de rescatarlos y se declinó la ayuda española.Para colmo, cuando al fin les rescatan , el inspector de policía José Antonio Martínez se les muere tras caérsele a los marroquíes la camilla a una catarata.El superviviente lo ha contado:cinco días cuidándolo y me lo matan en cinco minutos.
Cuatro militares españoles tardaron veintiséis horas en rescatar los dos cuerpos. Un brigada y tres guardias civiles  de la Unidad especial de Montaña de Jaca: los mejores entre los mejores.¿Por qué no pudieron llegar antes? ¿Podrían las autoridades españolas haber hecho más?

 Imaginaos. Tres franceses expertos  se separan de  su grupo y desaparecen. Se da la voz de alarma.Ante la tibia respuesta local,se convoca al embajador a consultas, no para que les cuente nada, sino para presionar. Las redes sociales comienzan a arder.Se lleva la protesta al Parlamento Europeo. La gendarmería -dos son policías- ruge.El ministro de Interior suspende sus vacaciones de Pascua y se pone al frente.Se suceden las ruedas de prensa.

Un avión oficial pone rumbo al Atlas, y, por supuesto, aterriza.Salvan, regresan y son aclamados como héroes. No cuentan que de paso han hecho una visita a unos presuntos terroristas,para saludar más que nada. La opinión pública está indignada por el retraso. Manifestación al canto. Se reabre el tema de la inmigración. El Presidente, el ministro de Interior y el de Exteriores, el jefe de Policía y otros continúan dando explicaciones. Se abre y concluye una investigación. C´est fini.

¿Exagero?.En Alemania, Gran Bretaña, y demás naciones civilizadas,a los suyos no se les toca.  En España nos salva el núcleo familiar y de amigos, pero, ¿hacerse respetar? ¿colocar la vida humana por encima de intereses políticos? ¿dar la cara? ¿ponerse en lugar del otro?. 

La fiscalía francesa, vuelvo a los Alpes, advirtió desde el principio que la labor de los forenses de los pasajeros del avión de la compañía Germanwings va a durar meses; y que se  repatriarán todos los cuerpos a la vez . ¿Recuerdan la tragedia del Yakolev? militares españoles que se estrellan  por volar en un aparato defectuoso. Había que traerlos a España en 48 horas,  con prisa por oficiar el funeral y tapar el asunto-se sabía cómo estaban eso yakolevs. ¿Resultado? una ignominiosa chapuza, errores en la identificación y un calvario más para las familias. Ningún miembro del gobierno dimitió. Sí lo hizo el general médico , tras exonerar a sus hombres, y sufrió años de difamaciones  que, quizá, precipitaron el cáncer que acabó con su vida.


La mitología griega nos habla de un monte, el Olimpo, donde vivían entre nubes los dioses, que se pasaban el día discutiendo y rara vez se interesaban por el curso de la historia, por los problemas de los humanos.

Caramba, qué coincidencia.



miércoles, 8 de abril de 2015

CATE

Para mi amiga Catalina R-L, mi pelirroja favorita.


Cate Blanchet (Merlbourne, 1969), es una maravillosa actriz. Si Nicole Kidman no hubiera sido abducida por falsas promesas, si no hubiera perdido su expresividad  con tanta cirugía, es probable que  hoy seguiría siendo la reina de las intérpretes, y no sólo australianas, pero Nicole es Nicole Kidman y Cate Blanchet es Cate.

Catalina es un nombre genial; no me voy a enrollar por ese lado pero sí tengo que decir que, si te llamas Kate, Kathleen  o similares ya tienes bastante ganado en la vida. Casi me gusta más con K, porque una K mayúscula imprime muchísimo carácter, como la R: acabo de leer que Daphne Du Marier tuvo unos celos terribles al encontrar una vieja carta de una antigua novia de su marido, Jay Ricardo; y esa gigantesca inicial le atormentó como a la protagonista de Rebeca...

Y eso que nuestra Cate  no empezó a actuar hasta los 25 años. No todas sus películas están a su altura; ella sí. Es curioso que en El aviador encarne a Katherine Hepburn, pues tienen cierto parecido, aparte de su nombre: su altura, distinción... esa manera de moverse y llenar la pantalla. No es que sea impresionante, tampoco vamos a exagerar; cuando abre los ojos hasta da un poco de miedo. Quizá por eso está tan bien en El Señor de los Anillos y El Hobbit, como la Elfa Galadriel. Como otros actores nativos, participó encantada en el rodaje neozelandés. Ah, por cierto, el lugar natal de Cate se llama Ivanhoe. Su destino estaba claro. 

En fin, no quisiera idealizarla demasiado, pero encima uno lee sus entrevistas y tienes la impresión de que es una persona inteligente, simpática y sensata. Además, ha dirigido con su marido, Andrew Upton, el Opera Sidney Theatre, tienen tres hijos varones -meritazo, Blanchet- y  ha adoptado hace poco a una niña. Lo dicho, casi perfecta. ¡No te pases, Cate!

Todo lo contrario de su personaje en  Blue Jasmine (una dura película en la que Woody Allen disecciona la apariencia, la codicia, la soledad y más allá), merecido Oscar femenino para la rubia, quien  interpreta a una  mujer frágil y despiadada, víctima y verdugo, delicado equilibrio, sin caer nunca en caricatura, exageración o burla (ésto es lo más difícil del cine, del arte, de la vida: saber interpretar convincentemente tu papel, sin sobreactuar). También eficaz Alec Baldwin, como  corrupto financiero, que no termina de caernos del todo mal -se dice que se inspiraron en Bernard Madoff-; y fantásticos secundarios. Como siempre ocurre con Woody Allen, la sorpresa final, el final moraleja, siempre presentes. ¿Culpable o inocente?

Un personaje más de la película es el vestuario: guapísima Cate con sus Hèrmes, Chanel... con ese bolso Birkin vintage que Blanchet empuña, hasta que se enteró de que era de una de las secretarias  de producción, que lo había prestado. A partir de ahí lo arroja con más cuidado.  

Me gusta imaginar que Woody Allen eligió el título por las connotaciones de la palabra Blue: saxofón, niebla, decadencia, nostalgia... Blue Jasmine, la caída de una mujer que parecía tenerlo todo; el auge de una actriz, White Cate, brillante, fresca, enigmática, original.

Estos días la tenemos de nuevo en las pantallas como la madrasta de Cenicienta, tan blue, tan Cinderella, ella. Imponente, irónica y tremenda Lady Tremaine que justifica una explosión de optimismo Disney en todo color. Colosal.

P.D.: uno de sus hijos se llama Ignatius. No lo ponía porque era otro parecido más conmigo, pero a estas alturas...