Cuando El guardián entre el centeno se convirtió en una obra de culto, a J.D. Salinger le arruinaron la vida. Se refugió en un remoto pasaje de Cornish y no volvió a publicar. Digamos que la fama no iba con él.
No sé porqué Bob Dylan no ha aceptado aún -que sepamos- el Nobel; me encantaría preguntárselo. Como no veo probable que lea esta entrada, (aunque nunca se sabe), me atrevo a hacerle una sugerencia.
!Acéptalo, Bob! no vayas si no quieres a la ceremonia, huye de la feria de vanidades si ese es tu deseo; pero alegra un poco la ceremonia de esta vetusta institución, que ha acertado al elegirte para la gloria.
Cuando se instituyeron los Premios noruegos como legado de Alfred Nobel, quisieron premiar los avances científicos, literarios y los destinados a la paz; admirable intención. Con el tiempo se añadió el de Economía, pero, a diferencia de los Princesa de Asturias - con el que también te distinguieron y que no pudiste recoger, estabas subido a un escenario- que se celebran hoy, no ha lugar en Escandinavia para la música, las artes plásticas, el cine,...
¿Nobel de Literatura? Ja, ja. Sí, se ha premiado a excelentes escritores ( uno de los primeros, el español José Echegaray; a R.Kipling, a B.Pasternak...); pero también ha habido clamorosas ausencias, como la de Miguel Delibes. Y, en ocasiones, parece que importa más el exotismo o si coincide con lo políticamente correcto, que la calidad literaria. Por no hablar del de la Paz: M Gandhi y Juan Pablo II nunca lo recibieron. Un octogenario e hispano Nobel discrepaba estos días - ¿eso es literatura?, blabla bla- ; pues a los dioses del Olimpo no suele gustarles la comparación con los simples mortales. ¿ O será que alguno, tal vez, vive un poco del cuento? .
Los premios son sólo eso, se lo das a uno para dejar al resto sin galardón. Algo de injusto y parcial suele haber en los certámenes (¿cómo decidir quién es el mejor en algo?). En esta sociedad hipercompetitiva y egoísta, los resultados, la efectividad, los títulos, pueden pesar más que los logros que de verdad ayudan a construir un mundo mejor.
Pero en fin, que no pretendía ser negativa. Si los trofeos sirven para alertar sobre problemas e injusticias, premiar la superación, el esfuerzo y la compasión, bienvenidos sean. Como los que se conceden hoy al atleta gallego Javier Gómez Noya, o a la historiadora Mary Beard, o a Aldeas Infantiles... Tres estupendas ejemplos de los Princesa de Asturias de hoy.
Sólo una cosa, viejo rockero. Yo qué sé a quién habría que haberle dado este año el Nobel de Literatura ( ¿a Claudio Magris, quizás?). Pero sí sé que tú eres un artista. Que la palabra, el ritmo, la poesía, la música, están unidas desde el inicio de los tiempos. Los hombres se reunían para contar historias,cuando el mundo aún era nuevo, antes de la escritura. Que los poetas recitaban y cantaban, y sus oyentes aprendían. Que la literatura, durante muchísimos siglos, fue oral; se escuchaba y se comprendía el mundo, y se transmitían los relatos de generación en generación; y formaban el patrimonio de un pueblo, una cultura. Somos humanos desde que comenzamos a hablar. Y ahí entras tú, poeta de las canciones.
Con tu Like a Rolling Stone
Once upon a time you dressed so fine
You threw the bumbs a dime
Con tu Blowin´ in the wind
How many roads must a man walk down
before you call him a man?
La soledad y el (des)amor, la guerra y la paz, la libertad. Dos obras maestras que exploran los temas universales.
Acepta el premio, Bob Dylan. Dónalo a una causa benéfica, alerta al mundo sobre lo que te preocupa, que para eso estáis los creadores. Para ir por delante señalando el camino, y hacernos felices en las noches frías de la cueva.
A por ellos, cantaba Loquillo, que son pocos y cobardes. Tú eliges, amigo Dylan. O quizá no. Tú mismo lo escribiste:
The answer, my friend, is blowin´ in the wind
Y el aire es de todos, ya lo dijo un político-filósofo español de nuestro tiempo.
La música es el lenguaje del alma.